lunes, 9 de agosto de 2010

La marea me marea

Es que estabamos tan confundidos que no supimos distinguir entre un mar de locos y un ramo de flores. Y vos sabes lo poco que me gusta que me regalen flores, quizas por respeto, o por demencia, o por falta de romanticismo.
Puede que sea el día, el clima, o las noticias aburridas que pasan en la radio (las mañanas con las viejas madrugadoras que llaman para decirle al locutor que arregle las calles o que limpie la ciudad) lo que hace que nos distanciemos. Y no es problema de la fisica o de la biologia... Lo nuestro fué desición propia, fué ese instante de lucidez que resultó ser lo mas maduro que hice en mi vida.
Y ahí te quedas vos, en una imagen (hasta patética) de despedida de puerto con pañuelos y mocos y mucho llanto. Pero en el barco no hay nadie, en el barco estamos los dos o no está ninguno. Entonces venis vos a la mañana con ese café hediondo y me preguntas por qué, si estamos los dos en el barco, por qué tanto moco y despedida. Alegando al resfrío o a las plagas biblicas.
Y no entiendo nada, de repente tengo una certeza y vos venís y me la tirás al demonio.
-¿Por que no te quedaste callada entonces? b a n c a t e l a - me decis al oído, y yo lloro hasta que me doy cuenta de que entiendo demasiado bien las cosas.
En el barco no estoy yo, por que esos viajes me marean, no me fui a ningun lado y vos tampoco, vos despedís en el puerto a lo que fué una especie de amor, yo estoy al lado tuyo dandote palmaditas en la espalda, esperando a que se te pase el ataque de histeria. Pero los dos sabemos que cuando la ultima lagrima se seque vos ya no vas a saber nada de mi.

Pero te gusta tanto escuchar a las viejas roncas que se quejan de la inseguridad, y el locutor que dice que no puede hacer nada, y las flores el día de los enamorados, y las peliculas hollywoodenses con final feliz, y el amor sin libertades, y los sueños a medio cumplir.
Y anoche, aunque parecia que estaba todo bien, apenas vi al linyera me acordé de que yo tambien solía ser divertida.
Y se que el Sr. Rutso me puede sacar del laboratorio cuando se entere de mis andanzas nocturnas por el hospital, pero ya no me importa.
Por eso apago la radio y me voy a tomar el colectivo por que son las 7:05 y no quiero llegar tarde de nuevo.

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